martes, 26 de febrero de 2013

Sobre nuestros revolucionarios.


Es común observar en las noticias a nivel internacional sobre la gente de Egipto que se levantó contra su tirano presidente, o la gente de Grecia, que poco se deja medrar por los intereses monetarios de una golpeada eurozona que poca vida le queda si no vira de dirección hacia vientos más en popa. Mucho escuchamos sobre marchas en España o Canadá, vemos imágenes con textos incomprensibles que piden un cambio. Tanta manifestación observamos que no es fácil comprender porque los atisbos de levantamiento popular en México no prosperan.

Para cierta página de Facebook es fácil comentar que “la prole es agachona” y por eso no sigue sus irreverentes esfuerzos de llevarnos a todos a un paraíso morenista. Pero el meollo del asunto es un poco más complejo.

Comencemos con un poco de memoria popular a la par de hace tan sólo un año, cuando todo era elecciones y política y buena parte de la juventud del Internet luchaba por taparse los ojos y creer que era posible un final diferente al copetudo desenlace. Me incluyo en esta última oración.

Fue en la sazón de este hervidero de política en que nació un movimiento de ideas extrañas, que pretendía en su origen una cruzada por la libertad de expresión y derivó (quieran o no aceptarlo) en propaganda de cierto político de nuestra inexistente izquierda.

Toda búsqueda que esté viciada desde su inicio tiene por final el fracaso. Y así fue. Eso sin considerar que los líderes de dicho movimiento estudiantil cargaron siempre a sus espaldas el peso de una escuela de paga. Ser hijo de gente con dinero pocas veces te permite luchar por el cambio, aún cuando verdaderamente creas en él.

Y sí, hay que aceptar que en un inicio, el movimiento tuvo aceptación popular –dentro de la capital-, e incluso por un momento pareció convertirse en un actor un tanto más poderoso. Pero perdió fuerza con el paso de los días, pasaron las elecciones en las que unos solemnes “No nos rendiremos” y “Andrés Manuel, estamos a tus ordenes” se dejaron escuchar, y terminó por morir el día en que algunos de sus líderes originales se pasaron del otro lado de la tortilla.

Pero basta de historia antigua. De todo este revoltijo de política, tomaron fuerza algunos grupos feisbuqueros como el atisbado anteriormente y que gusta en decirnos agachones. Ellos son los que buscan ser nuestros nuevos revolucionarios. Los que, a base de un izquierdismo defectuoso, entremezclado con un pésimo entendimiento de la historia (básicamente ensalzan a unos y despotrican contra otros, muy al estilo SEP), buscan “desapendejar a la prole”.

Y no busco hacer a un lado el papel de informadores de estos desapendejadores; su labor es interesante, y, de ser ciertos todos los datos que publican, son de interés público y resultaría incomprensible que ningún medio de mayor difusión los haya siquiera tomado en cuenta. El problema es que buscan imponer su ley, los pequeños tiranos del Facebook, como diría el creador de la cuenta @PorfirioDíaz de Twitter.

A base de descalificaciones, insultos y humillación pública buscan hacer de su labor la única verdad. Critican por igual a los prianistas, como gustan llamarlos, a los chuchos y ebrardistas, pero dejan intacto al mitad ídolo mitad santo, Obrador. Con lo cual me hacen retomar la frase anteriormente mencionada, la del vicio de origen, idea podrida.

Nuestros nuevos revolucionarios del Internet quieren llegar a la población mientras tachan a la población de idiota. Nuestros nuevos revolucionaros del Internet anhelan derrocar a nuestra eterna dictadura, que sólo cambió de colores los pasados doce años, pero buscan que lleguen unos señores disfrazados de izquierda. Nuestros nuevos revolucionarios de Internet desean educar, pero no terminan de comprender que en la historia no hay buenos contra malos, sólo intereses contra intereses.

De religiosas elecciones y algo más…

A Benedicto XVI le quedó ya muy grande la dirección de su pequeño país de cuarenta y cuatro hectáreas y mil millones de habitantes. A la sombra de su carismático predecesor, la tarea de Ratzinger fue buscar un punto de equilibrio para su golpeada iglesia, tratar de mantenerla a flote en lo que mejores vientos llegan. Pero, a los 85 años eso es una tarea inverosímil.

Su renuncia, dirían los aficionados de las conspiraciones, se debe a amenazas de muerte que existían desde el año pasado; lo que es cierto es que era necesaria, y ahora con un nuevo Papa escondido entre la multitud de cardenales, quizás el viento que necesitan venga ya.
Lo cual nos lleva a una cuestión fundamental, ¿Quién podría ser el nuevo Papa?

Las casas de apuestas inglesas, que acertaron con Ratzinger en 2005, apuntan a que Peter Turkson, cardenal ghanés, sería el nuevo vicario de Cristo. Y entre los europeos, el dedo celestial señala al italiano Angelo Scola.

Hay muchos otros papables, como Timothy Dolan, estadunidense y cardenal de Nueva York, o el filipino joven y carismático, Luis Antonio Tagle, o uno de los estudiantes de Ratzinger, el austríaco Christoph Schonborn.

Lo cierto es que dentro de la Capilla Sixtina necesariamente persiste un racismo, por no decir un miedo al cambio. Noto casi imposible que un cardenal africano, asiático o americano llegue a ser Papa. El juego de poderes en el que el todopoderoso es nombrado en cantidad de ocasiones (con lo que caen en pecado los prelados las mismas cantidad de ocasiones), es tan fuerte que, pese a tener una concentración muy baja de la población católica del mundo, el papado no saldrá de Europa.

Sí yo apostara, mi dinero se iría al italiano Scola, y en segundo lugar al austríaco Schonborn.    
Cambiaré radicalmente de tema a la noticia del día, e incluso la semana. El arresto de una de las figuras más importantes del cine de terror. Habrá que mantener la guardia, porque es inverosímil que después de tantos años surfeando en las olas del poder, haya caído la señora. Pero no quiero ser pesimista, porque el hecho de que al menos por esta noche esté entambada es un pequeño gesto de justicia. Pero la justicia no se da jamás sin intención de algo a cambio. ¿Qué busca la copetuda presidencia, que necesita la aprobación general?

Hasta la próxima semana.

Mi lápiz en un click


El punto del siguiente blog es escribir, y si fuese posible, ser leído. Sobre los temas que intentaré abordar, ese es un asunto un poco más complejo. No quisiera encasillarme desde tan temprana edad (cuarto semestre de comunicación con un año de atraso) como pseudo conocedor de un tema en específico u otro. No. Creo que sería de mayor provecho escribir de aquí y de allá, del mar y del cielo, de nuestros innombrables y de nuestros orgullos, de literatura e incluso, de deportes. Ya veré sobre que me nace escribir semanalmente, y más que nada, ya veré si el tiempo me lo permite. Ahora, déjenme entrar, gustoso, dentro de sus pequeños ojos lectores, denme la oportunidad de poder explayarme… Aunque mi primer tema sea de esos que tocan los nervios de unos cuantos.