martes, 26 de marzo de 2013

Sobre lo serena que es la vida en un pueblo entre las montañas.


Entre setenta kilómetros de curvas, mareo, vistas idílicas de montañas pobladas de verde, pueblos rascuachos ensombrecidos en la pobreza de nuestra provincia, calor y el horror de no saber que espera a la vuelta de cada curva –bien puede ser que nada, o bien puede ser que tu fortuna sea desquiciada por un camión que lleve prisa y se sienta invencible –, llegamos por fin al pueblo de Cuetzalan.

Pueblo mágico desde hace ya unos años, aquí, puedo asegurarles, encontrarán un par de iglesias que de verlas en Europa,  no notarían nada extraño y las asimilarían como parte del paisaje. Hablo de la Iglesia de San Francisco de Asís, en el zócalo del pueblo y del Santuario de Guadalupe, mejor conocida como “El Santuario de los Jarritos”. La última, con su estilo neogótico parece sacada de un pueblo alemán.



Pero no es todo lo que encontrarán en un pueblo que tiene de todo para el que ame las intrincadas callejuelas montañosas. Para aquel que ame un pueblo con calles adoquinadas.

En primera, siempre serás perseguido por una legión de mujeres, hombres y niños indígenas que buscan venderte cuanta artesanía tengan a la mano, menester que, en palabras de Poncho, después de un rato puede llegar a ser fastidioso. Entre ellos hablan en náhuatl, lo cual le da un poco más de color al asunto, pero a uno le hablan con un español muy acentuado, próximo al español veracruzano.

Las calles, algunas demasiado estrechas para el paso de un auto, se revisten con la pintura blanca que presumen los edificios. Entre ellos destaca la Casa de Cultura de Cuetzalan, pequeño museo que presenta la historia de la región. De cómo las tradiciones indígenas se han entremezclado –como pasa en todo México –  con algunas de las tradiciones europeas y africanas. Y también relatan la historia de soldados franceses que buscaron nueva vida tras la intervención francesa y fueron a parar a aquel pedazo de cielo. De ahí lo neogótico de las iglesias del pueblo. Ninguna tiene más de ciento veinte años de antigüedad.

También –y no quiero sonar a comercial, aunque sí les estoy dando un poco de propaganda gratis – hay un restaurante, frente a la Iglesia de San Francisco de Asís, en el zócalo del pueblo, llamado “La época de oro”. ¿Qué tiene de especial?, se preguntarán… bueno, pues aparte de una comida bastante apetecible, el lugar es un museo. Sí, un museo-restaurante.

Está lleno de antigüedades, desde armas antiguas como pistolas, fusiles, una bala de cañón y armas blancas, hasta condecoraciones nazis que no sobrepasan los mil pesos de precio. Condecoraciones que, por la explicación que traen debajo, le enchinan la piel a uno, pues al menos alguna de ellas fue entregada a un alemán que derribó a cinco aviones enemigos. Cosas de la guerra, pues. Pero quizás la antigüedad que más enamoró mi corazón – y creo que la única que no vendían, para mi desgracia – era el fósil completo de un trilobite. Pero no un trilobite cualquiera, sino uno de treinta centímetros de longitud y en perfecto estado de conservación. Una maravilla que los paleontólogos podrían fácilmente investigar y catalogar en cualquier universidad.



Entre lo malo que podría destacar de este poblado poblano, está el siguiente relato.

Caminábamos de un lado del pueblo al otro, con la firme intención de llegar al Santuario de los Jarritos y visitarle, pues desde el auto se veía como un lugar de gran interés – cosa que lo fue –, y mientras andábamos por las calles llenas de puestos (era día de tianguis) y gente que mercaba cuanto puedes imaginar, yo buscaba un sitio donde vendieran libros. Pequeña obsesión la mía de comprar libros donde los haya. Así que entramos en una tienda de abarrotes para hablar con Dios, o sea, ir al baño, y mientras esperábamos a uno de mis amigos, se me ocurrió preguntarle a la dueña del lugar donde había una librería o al menos un sitio donde pudiese comprar libros. Su respuesta tienen que imaginarla con una cara de confusión total, casi como si le hubiera hablado en chino: “¿Libros? ¿Por qué busca libros? Aquí no venden, o bueno, quizás en la Casa de la Cultura”. Vamos, por poco le tengo que contar a la señora que los libros no se comen ni crecen en la tierra…

Fuimos a otro pueblo aparte de Cuetzalan. El pequeño pueblo de Yohualichan. A media hora de viaje de nuestro lugar de llegada, en este lugar olvidado de la mano del dios dinero (ya ven que los dioses parecen siempre olvidar a sus súbditos) hay unas ruinas arqueológicas que datan, por muy recientes, del año 900. Este sitio es el antecesor de la ciudad del Tajín, y sin embargo no tiene el renombre ni el gentío que recibe el sitio veracruzano.



Las pirámides, como observan en la foto, tienen los mismos nichos característicos a la cultura totonaca. –Cada nicho representa un día del calendario totonaca- nos explicó Octavio, un chico que no sobrepasaba los veinte años, quien, vestido con una camisa morada y pantalones mezclilla, nos abordó en la entrada de la carretera a Yohualichan y nos dijo que por el precio que nosotros consideráramos justo, él haría la función de guía.

El sitio está en un estado de conservación magnífico y, para todos aquellos que gusten de visitar lugares históricos sin el gentío de un Teotihuacán, quizás Yohualichan pueda funcionarles. Y frente al sitio podrán encontrar una iglesia, de cincuenta años de antigüedad, la cual, nos contó Octavio, fue construida con piedras extraídas de las pirámides.

Y frente a la iglesia, dejen les presumo, comí unos tlayoyos, que son lo mismo que unos tlacoyos, sólo que sin la c. Por diez pesos, dos señoras nos daban una orden de cuatro que, junto con una salsa bastante rica, era una comida bastante buena.

Por último, también visitamos unas grutas cercanas y una cascada –Las Hamacas –, que sólo sirven para demostrar el innegable poder que tiene la naturaleza, nos guste o no, y que al final de la partida, terminará por primar. Al final todo, desde Yohualichan hasta el Ángel de la Independencia y la Estatua de la Libertad terminarán por ser lo que todos somos, polvo.

Éste fue mi pequeño viaje a un sitio sereno, donde aún nada acontece sin que tú te enteres. Un pequeño pueblo que, pese a ser mágico, no recibe la atención que tiene un Tepotzotlán o un Real del Monte. Cuetzalan que, acompasado por la vida en la sierra poblana, todavía tiene un poco de paz y un cielo eterno en el que el humo de una ciudad tan caótica como la nuestra, no ha arribado y espero jamás lo haga.

Hasta la próxima semana.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Reportaje: Acción Nacional a futuro, un porvenir incierto.


Corría el año 2000, y el dos de julio de dicho año sucedió lo inesperado. En los comicios para la nueva elección presidencial en México salió elegido como presidente Vicente Fox Quesada, panista. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) que desde su creación en 1928, por el entonces presidente Plutarco Elías Calles y con otro nombre (Partido Nacional Revolucionario, PNR), se había mantenido en el poder, ahora era desplazado. Comenzaba una nueva época en México, un nuevo gobierno…

Doce años después, y con la cola entre las patas, desprestigiado, el Partido Acción Nacional (PAN) salió de la presidencia en los comicios del primero de julio del 2012. Del máximo poder en México a tercer fuerza política por detrás del PRI y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). ¿Qué sucedió? Y más importante, ¿Qué le sucederá al PAN?

“Se alejó el PAN como partido y como gobierno se alejó de la gente”,  comentó un abogado que laboró dentro de Los Pinos, residencia oficial del presidente en turno, durante el último año del sexenio de Felipe Calderón, presidente del 2006 al 2012. “Sus políticas nunca fueron enfocadas a algo que fuese directo para el ciudadano, un beneficio directo, sustancial, en el bolsillo. El PAN se enfocó mucho en el desarrollo macroeconómico”.

“El PAN demostró que aún era posible más corrupción” dijo Alejandro López Bolaños, profesor de economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Pero para poder comprender un poco del accionar del PAN del 2000 a la fecha, es importante recordar sus orígenes. De cómo nació de la mano de Gómez Morín, católico abogado mexicano y cómo en la década de 1980 un nuevo grupo de militantes panistas le dio la espalda a los principios ideológicos de su fundador por el principio pragmático de obtener el poder a toda costa con el neopanismo.

Sobre la historia blanquiazul.

Corría enero del año 1939. El mundo estaba a un pie del abismo de la Segunda Guerra Mundial, que quizás había comenzado dos años antes, con la guerra Sino-japonesa. En México, mientras tanto, Lázaro Cárdenas era presidente y preparaba ya su sucesión, en manos del general moderado, Manuel Ávila Camacho.

El gobierno de Cárdenas entregó, entre otras cosas, un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) entre 1934 y 1940 de aproximadamente 20 millones de pesos de 1970 (acorde a una gráfica proporcionada en “Nueva historia general de México” editado por El Colegio de México); entregó casi 18 millones de hectáreas entre 80,000 ejidatarios; redujo el analfabetismo de 77% en 1921 a 58% en 1940; y por supuesto logró la expropiación petrolera y ferrocarrilera.

La expropiación petrolera, anunciada la noche del 18 de marzo de 1938, trajo consigo consecuencias variadas. Entre otras, el rompimiento de relaciones diplomáticas entre Gran Bretaña y México, el boicot hacia el petróleo mexicano por parte de las potencias de las naciones aliadas y la eventual venta de petróleo a otras naciones como Alemania, la Alemania nazi.

Fue en este contexto mundial que en enero de 1939 el abogado Manuel Gómez Morín, junto con otros políticos mexicanos como Adolfo Christlieb Ibarrola, fundaron el Partido Acción Nacional.

Gómez Morín, sobre su partido decía lo siguiente: “Al postular la primacía de la nación, el partido pretende que se afirmen los valores esenciales de tradición, de economía y de cultura. Busca también inspirar la ordenación jurídica y política de la nación en el reconocimiento de la persona humana concreta, cabal, y de las estructuras sociales que garanticen verdaderamente su vida y desarrollo.” 

De igual forma, los fundadores de Acción Nacional buscaron recalcar que su partido era “una organización de todos aquellos que, sin prejuicios, resentimientos ni apetitos personales, quieren hacer valer en la vida pública su convicción en una causa clara, definida, coincidente con la naturaleza real de la Nación y conforme con la dignidad de la persona humana”.

En 1940 apoyaron al candidato opositor de Ávila Camacho, el general Juan Andreu Almazán. Era su primer acercamiento a la política y terminaría con Camacho en la presidencia, Almazán en el extranjero y algunos simpatizantes del último, muertos. En palabras de Soledad Loaeza, profesora e investigadora del Colmex,  en su artículo “Las elecciones ya no son lo que eran”, el sexenio cardenista, que se pregonaba de no tener presos políticos ni haber usado la represión durante seis años, terminaba con la elección más sangrienta de la historia. El camino del PAN hacia la presidencia en el 2000 sería largo; seis décadas de oposición política.

Fue en 1947 cuando el PAN obtuvo su primer municipio. Fue el de Quiroga, Michoacán. Y no fue sino hasta 1952 cuando postularon por primera vez a un candidato a la presidencia, al político Efraín González Luna.  

Desde su fundación hasta la década de 1980, Acción Nacional fue un partido de oposición, acostumbrado a ser el segundo lugar en las elecciones presidenciales. Prueba de ello es que desde 1958, salvo la elección de 1976 que dio como único candidato y eventual triunfador a José López Portillo y Pacheco, el PAN fue siempre el segundo en las votaciones.

Pero en la década mencionada ocurrió un cambio drástico en la política panista, comenta Sergio Hernández Díaz, profesor de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán (FES-A), egresado de sociología y  con estudios truncos de maestría en Historia de México.

Entró el neopanismo. “En una militancia en la que se habían acostumbrado a estar en segundo lugar, de pronto éstos llegan con un nuevo discurso que era “vamos a alcanzar el poder”. Hoy nuestra lucha no es mantenernos en el proceso electoral. Vamos a buscar alcanzar el poder”.
“El PAN se vino a transformar cuando los empresarios se convirtieron en actores políticos”. Entraron nuevas caras como Vicente Fox, Manuel Clouthier, y orillaron a los panistas de viejo cuño y los dejaron fuera de los grandes reflectores, afirma Hernández.

Fue este grupo empresarial con su nuevo discurso y una visión más pragmática, en la que imperó la búsqueda del poder a toda costa, el que llegó en el año 2000 a la silla presidencial de manos de Vicente Fox, un hombre que, en palabras de Hernández, carecía de capacidad para gobernar un país.

Aunado al cambio de dirección que tomó el PAN, es menester considerar el declive que sufrió el Revolucionario Institucional durante el mismo periodo de tiempo. Un partido anquilosado en el poder al que el pueblo le demandaba alternancia tras tantos años de presidencialismo, crisis, asesinatos políticos y demás golpes que afectaron severamente la imagen del partido que perpetuaba la imagen de “la dictadura perfecta”… Todo se conjuntó al inicio del nuevo milenio y de la mano del cambio de siglo, entró Acción Nacional a las grandes ligas.

Doce años de… ¿Cambio?

“Siempre pensé que no estaban preparados para gobernar. Creo que efectivamente debió haberse dado la alternancia, pero no creo que debió haber sido forzada, como siento que se dio” comenta Hernández sobre los dos sexenios panistas, el primero del 2000 al 2006 bajo el mandato del guanajuatense Vicente Fox Quesada y el segundo bajo Felipe Calderón Hinojosa, michoacano.

Sobre Vicente Fox, comenta Enrique Ortega Córdova, catedrático del Colegio de Consultores en Imagen Pública (CCIP) y con maestría en esta materia, que existían muchas expectativas, y que el guanajuatense es recordado hoy en día porque no hizo muchos cambios. No todo fue su culpa, también expresó, “la gente pusimos demasiadas esperanzas en él”. Sergio Hernández dijo, por otra parte, que la falta de cuadros políticos llevó a que las propuestas foxistas encontraran trabas.

Los aciertos de Fox en gran medida son dentro del ámbito macroeconómico, como la estabilización de la inflación o que el precio del dólar se mantuviera dentro de un parámetro estable (durante los sexenios panistas el precio del dólar incrementó 31.3%, en comparación con el disparo de 180% que sufrió el precio durante el sexenio zedillista, acorde a una investigación publicada por CNN en Español titulada “PAN: 12 años de sexenios fallidos”).
Igual, durante el sexenio del 2000 al 2006, la inversión extranjera alcanzó su máximo punto, con un crecimiento del 11% con respecto al último periodo príista. Ésta dio un revés durante el sexenio calderonista, durante el cual, la suma de la crisis económica y la inseguridad producto de la guerra contra el narcotráfico, alejó a la inversión.

Un punto final que merece ser remarcado durante la gestión del que fuera gobernador de Guanajuato, fue su reducción de la deuda externa. La logró reducir un 48%, aunque, de nuevo con Calderón volvió a subir un 111%, acorde a los datos expuestos por CNN.

Pero en este sexenio que Fox remarcó que sería un gobierno de empresarios para empresarios y por empresarios, critica López Bolaños que todo fue una pantalla y, a pesar de tener indicadores que podrían hablar bien de la economía –en el sentido macroeconómico-, ésta, para el pueblo al que poco le importa que el dólar cueste más o menos, en realidad fue mala. Al final, si en el bolsillo de la gente no hay un beneficio, ¿Qué buen manejo de la economía puede haber?

El año 2006 fue decisivo en las gestiones panistas. Por un lado, salía de la presidencia un Vicente Fox desvirtuado, acompañado de su esposa Marta Sahagún que protagonizó de más dentro de la política mexicana. Por el otro, es el año en el que el PRI tocó fondo. En las elecciones presidenciales de ese año quedaron en tercer sitio, con poco más del 20% de los votos y eso hace aún más impresionante el repunte que tuvieron en sólo seis años; la voltereta que le dieron a la imagen que se tenía de ellos.

También, y quizás más importante, es necesario recordar el modo que Felipe Calderón llegó a la presidencia. Por menos de un punto porcentual arriba de Andrés Manuel López Obrador, candidato del PRD, y en medio de gritos de fraude. Como afirma Ortega, no hubo un sólo día durante el sexenio calderonista, en que no hubiera un monero, un periodista, o alguien en los medios de comunicación que no se burlara de él. Fueron seis años en los que su imagen y la del PAN quedaron hundidas.

Bajo el lema de que sería “el presidente del empleo”, Felipe Calderón, expresó López Bolaños, no quiso comprometerse a generar dinámicas internas de crecimiento. Comenta que al final del sexenio había en México cerca de siete millones más de personas que ingresaron a la población económicamente activa. Sólo se crearon dos millones de empleos en el mismo lapso. Un déficit de cinco millones de empleos.

Sobre la crisis que inició en 2008, Ortega puntualizó que fue muy bien manejada por Felipe Calderón pues “no se metió”, no intentó salvar la economía de Europa o Estados Unidos y se mantuvo al margen. Todo lo contrario a lo que afirmó López Bolaños quien indicó que, “si bien las variables macroeconómicas se manejaron con relativa prudencia, la crisis golpeó muy fuerte la economía mexicana y dejó muy en evidencia su condición de país en periferia”. La deuda pública externa creció un 9%, el desempleo se agudizó y el saqueo de recursos por parte de los bancos como el BBVA de España para sanear las economías de sus países natales, de sus matrices, son puntos que señala el economista como “pequeñas luces que te dicen que no era tan cierto el manejo prudencial de la economía”.

El narcotráfico fue el meollo del sexenio de Calderón. Fue esta lucha una política mal encausada, pues fuego no se combate con fuego, como afirmó Hernández. Esta estrategia mal planteada dejó como resultado más de sesenta mil muertos en seis años, miles de desaparecidos y una sociedad mexicana al borde del colapso. “No me atrevo a viajar por las carreteras mexicanas” confesó Hernández. “Me ofrecieron ir a Torreón a dar una conferencia y la pensé dos veces y decidí declinar la oferta” dijo López Bolaños.

Tanto el economista, el sociólogo y el consultor de imagen coincidieron que el gobierno debió enfocar su estrategia contra el narcotráfico en donde más les duele. “Pegarles a los narcos en la lana” dijo Ortega, que además expresó que “el problema en México es que las drogas empezaron a ser consumidas por mexicanos”, cuando antes había sido un negocio hecho en México pero consumido en Estados Unidos, y pide que el gobierno debería tener tolerancia cero para reducir el narcotráfico.

El resultado que México obtuvo tras los dos sexenios panistas, explica López Bolaños, fue, entre otras cosas, que el salario perdió 70% de su valor, la gente en situación de pobreza incrementó a cincuenta y dos millones, cerca de la mitad de la población en México, los precios de la canasta básica incrementaron considerablemente, como el precio del huevo que llegó a subir 60% y quedó una sociedad dividida, que debido a la inseguridad incluso tuvo que huir de sus poblaciones autóctonas o armar –como hacen hoy en día- patrullas municipales.   
A modo de resumen, tanto Hernández como López afirman que del 2000 al 2012 no hubo un crecimiento económico y pese a que el manejo macroeconómico fue bueno, el costo social fue muy elevado. Y es el costo social el que, junto con muchos otros factores más, ha llevado al PAN fuera de Los Pinos.

El futuro del PAN.

Lo que más afecto a Acción Nacional fue la falta de resultados, expresó Ortega, quien además agregó que la falta de una estrategia por parte de Felipe Calderón y el pésimo manejo de imagen pública que tuvieron al final de su periodo presidencial, desembocaron en este mar de problemas en el que se ahoga el partido blanquiazul.

Ahora que el PRI está de vuelta en el timón del país, es importante para los panistas rescatar y aprender las estrategias que usó el Revolucionario Institucional para retomar las riendas del poder en tan sólo dos periodos presidenciales, tiempo ínfimo en el gobierno de un país, que incluso llevó a afirmar a López Bolaños que “hace doce años nadie apostaba porque el PRI regresara al poder tan rápido, y hace seis con el PRD a la cabeza, la imagen del PRI estaba más que por los suelos”.

-¿Qué acciones realizó el PRI para recuperar su imagen y regresar al poder en sólo doce años?

-De entrada los primeros seis años no supieron qué hacer. Se volvieron locos de poder, dijeron “bueno no ganamos la presidencial pero seguimos teniendo gobiernos locales”. Lo que hicieron y la fórmula que les funcionó a tal grado que la están repitiendo es generar un muy buen candidato. Yo creo que Enrique Peña Nieto lo que tuvo fueron seis años de campaña. […] Un cuate guapo, varonil, casado con una actriz, importante, que además genera el efecto del sueño mexicano. […] Todo eso fue diseñado para lograr su fin, que era la presidencia de México. Y si tú lo ves ahorita con los gobiernos de distintas entidades, es lo mismo que está pasando- comentó Ortega quien además mencionó que dentro del prototipo de candidato que les ha funcionado, entra el gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval Díaz; el de Chiapas, Manuel Velasco Coello; e incluso el de Zacatecas, Miguel Alonso Reyes. –Se dieron cuenta que la solución para salir del hoyo estaba en el candidato. Pon un buen candidato y tienes ganadas las elecciones- puntualizó.

-¿Cree que le funcionaría dicha estrategia al PAN?

- Sí, por supuesto. De hecho es de las grandes críticas que hemos hecho los consultores de imagen. Josefina Vázquez Mota era una gran candidata pero con un terrible equipo. Hizo seis cambios de imágenes.

Actualmente el PAN tiene una severa crisis de identidad, punto en el que coinciden Hernández, e incluso medios de comunicación como Sfera Política, sinembargo.mx o columnistas como Leo Zuckermann, de Excélsior. Esta crisis desdibujó al partido como institución, mencionó Gustavo Madero Muñoz, líder nacional del PAN en la asamblea de su partido llevada a cabo a principios de marzo del 2013.

“El PAN debe reconsiderar el rumbo, sin embargo para que pueda lograrlo, es necesario que haya unidad, y en este momento es muy clara la lucha entre estas dos manifestaciones de panismo. Por una parte del panismo tradicional con principios ideológicos y por otra parte, todavía con mucha fuerza, este panismo pragmático en dónde todavía la cabeza sigue siendo el ex mandatario del país. Creo que ellos deben reconsiderar el rumbo, pero primero solucionar sus problemas internos”, afirmó Hernández.

El  catedrático del CCIP, considera que si el panismo quiere volver a la presidencia y ganar las elecciones, debe retomar el neopanismo, pero si quiere crear una cultura intelectual, un país consciente y ser un partido de oposición, debe regresar a sus principios ideológicos, los postulados por Gómez Morín.

Ortega, como consultor de imagen, expresó tres puntos fundamentales que debería realizar el Partido Acción Nacional para salir del hoyo en el que se encuentra.

“El primero y el más inmediato: desarrollo de un manual de fundamentos actual”. Rehacer su misión, visión y valores. La misión es el hoy, la visión es ¿En dónde te ves en diez años?, y valores es ¿Qué hace de ti un partido diferente de los otros tantos que hay?, explicó.

“El segundo punto es: analiza a tus líderes”. Afirma que lo que haría es buscar dentro de todo el panismo a un líder, aunque sea odiado. Puntualizó que en las huestes del PAN, hoy en día, no hay uno. Propuso que el líder que necesitaría el blanquiazul debería ser uno al estilo Porfirio Díaz, de los de antaño de mano dura, que además va muy de la mano con la ideología panista.

“Un tercer punto sería analizar los estímulos dentro del tema de imagen pública”. Éstos son seis: la imagen física, la profesional, la verbal y no verbal, la visual, la audiovisual y la ambiental, con la posible anexión de la imagen digital, que ahora con redes sociales como Facebook y Twitter, está más presente que nunca.

Deben analizar su imagen y observar los pasos, las estrategias que legó el PRI en su retornó a la presidencia. El PAN debe “hacer un análisis de imagen, y a partir de ese análisis de imagen personal por todas las huestes del PAN, decidir quiénes son los mejores candidatos por cada región”. También recomienda hacer una limpia interna, para que haya gente que apoye las causas panistas y no gente que las incrimine.

 El Partido Acción Nacional, que desde 1939 hasta el 2000 fue la segunda fuerza política y acusó la corrupción inherente en el gobierno, protagonizado por el PRI, se mimetizó cuando llegó al poder que tanto había buscado, y adoptó las prácticas de antaño, e incluso dio cabida a personajes del Revolucionario Institucional dentro de su partido, protegió la cabeza de personajes inmiscuidos en la corrupción nacional como Elba Esther Gordillo, quien fuera líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) hasta su captura, hace menos de un mes. Sumado a toda la inoperancia del aparato gubernamental panista les ha llevado a tener que plantearse un futuro muy adverso, en el que hay una clara división y una lucha enfrascada por las dos vertientes panistas que buscan el control del partido. Si no logran enderezar la marcha, purgarse de la corrupción que los atañe y elegir los valores que plantearán como suyos, Acción Nacional tiene a la vista un barranco muy profundo, en verdad muy profundo.

“Si es el mismo PAN ojalá que no regrese nunca. Si va a ser otro PAN diferente, podríamos tener el beneficio duda. Pero si es el mismo, mejor que se quede dando clases en Harvard”, aseveró López Bolaños. 

martes, 19 de marzo de 2013

Sobre lo que los humanos osamos de llamar humanidad. I


Era ya tarde noche, cerca de las siete y mis padres y yo regresábamos de un día en el Centro Histórico de la ciudad. Habíamos salido ya del metro y caminábamos a casa bordeando el parque que se encuentra frente a ella.

El parque, lugar en el que pasé algunas cuántas horas en mi infancia, soñando, entre otras cosas, con que ahí se podría poner un zoológico muy al estilo de Parque Jurásico, es un pequeño sector de lo que otrora fuera el Bosque de Aragón. También ha sido objetivo de las malditas empresas constructoras de edificios de apartamentos. Por fortuna, y espero continúe así, no han obtenido el permiso para destrozar otra área verde. Regresemos al día en cuestión.

Avanzábamos rápidamente cuando escuchamos un maullido. Pensé “sí, un gato que anda por aquí, y seguro que correrá tan pronto nos acerquemos a él”. Avanzamos más y más y el llamado gatuno seguía ahí. Hasta que por fin observamos la razón.

A un lado de la banqueta, en un charco (pues era verano y había llovido como suele en esa época), y en una bolsa de basura negra y de plástico asfixiante, estaba encerrado el pobre gato. Alguien en un ataque de lo que no puedo describir más que como inhumanidad, hizo la desalmada acción de meter a un ser vivo en una bolsa y amarrarla para que éste no pudiera escapar.

Mi padre y yo nos ayudamos para sacar la bolsa del charco y luego deshacer el maldito nudo. En cuanto la bolsa estuvo abierta, salió disparado el pequeño gato. Huía de su tortura producto de la maldad humana. A los diez metros, y ya suficientemente alejado de nosotros se detuvo y volteo a vernos. Su pelaje, empapado, apenas y cubría a un cuerpo por demás enflaquecido, torturado y falto de alimento, pero fueron sus ojos llenos de gratitud y llenos de miedo los que más me sorprendieron. Nos observó un instante, antes de correr y meterse en la oscuridad del parque adyacente a la casa. No pude más que desearle mentalmente buena suerte. Que no volviera a las manos del terrible desgraciado que osó encerrarlo y aventarlo al agua.

De la historia que les acabó de relatar son ya casi tres años, y sin embargo, son de esos momentos que a duras penas logras olvidar.  Quisiera escribir que mi historia es única y que lo que sucedió en ella es algo excepcional, pero triste y desesperantemente, la maldita violencia humana hacia animales (y hacia humanos también) sucede con una base tan regular que ni siquiera los domingos toma de descanso. Y por eso yo pregunto ¿Qué es lo que nosotros osamos llamar humanidad?

Pero, vamos, la violencia tiene muchas facetas y quisiera abordar otra más aparte del abandono.

En nuestro humano empeño –y digo humano porque al resto de los seres vivos les vale un comino – por ganar dinero, por tener ese sonido constante y metálico en nuestros bolsillos que sirve para poco más que comprar nuestras vanidades, hemos decidido que está bien y es perfectamente aceptable vender a cualquier ser vivo que se atraviese en nuestro camino.

Sea una planta, sea un insecto, sea un reptil, sea un mamífero o un ave, hemos decidido que privarle a un ser vivo de la vida en su ambiente natural es algo que debe ser recompensado. En nuestro intento por dominar absolutamente todo en la tierra, hemos abaratado la vida y como consecuencia de ello, la estamos destruyendo.

Tengo que hacer una excepción aquí porque de no hacerlo me tildarán de hipócrita. Los perros y los humanos han tenido una relación simbiótica, de esas en las que aplica la frase de “uno para todos y todos para uno”, desde hace cuarenta mil años. Tanto los unos como los otros nos hemos adaptado a vivir en compañía y este punto es tan importante que, si de la noche a la mañana desapareciera la humanidad, nuestros amigos caninos sufrirían las consecuencias y la mayoría no sobreviviría. Algo similar ocurre con los gatos.

El problema es que es son nuestros amigos caninos y gatunos los que sufren más la violencia humana. Desde abandonos inmorales e indecentes como el que conté al principio del blog, hasta uso indiscriminado de perras que conciban cachorros tan sólo para vivir de la venta de éstos.

Aquí quisiera escribir una frase que leí hace un tiempo dentro de Facebook y que dice más o menos así: “Si quiere dinero, trabaje, pero no la explote que ella no tiene la culpa de que seas un huevón”. Y vamos, es cierto. Vender cachorros por el puro negocio de tener dinero rápido y fácil es a lo menos una barbaridad.

Entra en este punto la frase que cierta personita me mencionó hace algunos días, que decía que “no puedes andar por la vida regalando a los cachorros porque la gente no aprecia los regalos. Si lo quieren, que les cueste”. Y sí, tiene razón. No toda la gente puede o quiere tener un gato o un perro y si no les costó, poco les importará cuidarlos.

Así que nos enfrentamos a un problema de qué hacer. Por un lado, en mi particular punto de vista, el comercio con seres vivos es una actividad atroz en toda la extensión de la palabra. Por el otro, dado que ciertos animales están ya acostumbrados a convivir con el humano y a nosotros nos place tenerlos a un lado, hay que encontrar un balance para esta convivencia.

Está claro que no todos son aptos para poseer animales, pero también está claro que la codicia de ciertos grupos, como +Kota y todos esos cabrones que poco les importa algo más que no sean los centavos, están llevando a este mercado a un lugar terrible. ¿Qué futuro puede tener un perrito de dos meses que merece un hogar donde jugar, dormir y comer, cuando lo venden a cuarenta mil pesos? ¿Quién en nuestra situación actual puede darse el lujo de pagar tal cantidad de dinero? Y por último dos preguntas: ¿Qué pasa con todos los animales que nadie pudo o quiso comprar? ¿Qué pasa con todos los animales que son hijos de la calle, hijos del abandono, hijos de la peor de las miserias en una ciudad, que es la indiferencia humana frente al prójimo humano y animal?

Lectores, como dije, la violencia tiene muchas facetas. Pero el abandono y la codicia son por sobre todas, las que más me preocupan. Quisiera salvar a todos los animales porque, lo admito, me caen mucho mejor que los humanos. Son más leales y honestos que nuestra mezquina sociedad.

Hasta la próxima.

martes, 12 de marzo de 2013

Sobre el camino que se recorrió para ser mexicano…


¿Por qué desde toda la vida hemos decidido que somos más indígenas que mestizos? ¿Por qué somos amantes de Cyoran y decidimos que los pueblos indígenas que existían en México en 1519 son mejores sólo porque perdieron? Y no, no crean que lo que ahora leen es una propaganda pro-gachupina. Si quisiéramos encontrar nuestros orígenes, entender la raíz de lo que es ser mexicano, la mayoría de los mexicanos tendríamos que hacer cuatro viajes históricos. El primero comienza en México…

En un estudio realizado por el Instituto Nacional de Medicina Genómica en 2012 se encontró que en promedio el mexicano tiene en su sangre un 35.05% de sangre amerindia, es decir, que parte de su ascendencia vivió aquí antes que llegaran los españoles en 1519.

Así que sí, hay que sentirse orgullosos cuando mencionamos que en nuestra sangre bien puede correr la herencia de un Moctezuma, un Cuauhtémoc, una Malintzin. Orgullosos de observar las maravillas arquitectónicas, históricas, artesanales, culturales que nos han legado. Como dijo Lupillo, y lo mencioné hace una semana, hay que estar conscientes de que es una parte de nuestro origen, pero hasta ahí. Sólo una parte, a la que hay que respetar, conocer y cuidar.

El mismo estudio afirma que el pueblo mexicano tiene en su sangre un, léanlo bien, 58.96% de sangre europea. Obvio, hay sitios con mayor concentración de sangre europea que otros, como es el caso de Sonora, donde el porcentaje llega a un 70.63%, y sitios donde ésta es más baja, como Guerrero, 51%.

Aquí comienza el segundo viaje del cual les hablé. El retorno a Europa, España principalmente.

Pero España no es un país de una sola cultura ni por asomo, no no no. Por algo en el país ibérico no existe el español. Existe el castellano, que es lo que nosotros hablamos, pero el español no. Hay también aragónes, catalán, vasco, gallego, etc. Así que si a un catalán le dicen que si habla español, tengan por seguro que los mandará directito por donde entraron.

¿De dónde venían los españoles que poblaron la Nueva España? Bueno pues un 14% de los españoles vinieron de lo que es Castilla y León, La Rioja y partes de Aragón. De ciudades tan importantes como Valladolid, Salamanca, León.

El 15% vino de Castilla La Mancha, al sur de Castilla y León y lo que es la actual Comunidad de Madrid. De estas dos provincias españolas sobresalen ciudades como Toledo, Madrid y una con nombre de capital jalisciense, Guadalajara.

20% de los españoles venidos a Nueva España llegaron de Extremadura, hogar de Hernán Cortés. El conquistador de Tenochtitlán nació en una ciudad con nombre de capital colombiana, Medellín. Los extremeños también tienen otra ciudad que comparte nombre acá en México. Mérida.

Y por último con el 40% llegó la gente de Andalucía. La gente del sur de España, de ciudades como Sevilla, Jaén, Granada, Málaga o Córdoba. De ellos, acorde a cierta página de internet que lleva por nombre “No más mentiras sobre la historia de México” (que además fue quien publicó los porcentajes que mencioné), heredamos ciertos aspectos de nuestra personalidad como el sentido del humor, las palabras de doble sentido, la arquitectura típica virreinal, etc. Y que la mayor parte de los españoles en Nueva España vinieran de esta región nos lleva sin duda a nuestro siguiente destino. Medio oriente y las tierras de Mahoma.



Corrían los inicios del siglo VIII y tan sólo habían pasado dos siglos y medio de la caída del Imperio Romano. Jacques Le Goff, historiador, considera que en esta época Europa tuvo su mayor declive. La hegemonía mediterránea por aquel entonces la tenían los árabes. Bajo esta estela musulmana, en 711 un comandante árabe, Tariq y sus tropas árabes y bereberes (norafricanas) comenzaron la conquista de la península ibérica. Cayeron primero las ciudades del sur, las actuales Córdoba, Málaga y Granada. Siguieron al norte y tomaron ciudades como Toledo, Medina, Zaragoza e incluso llegaron a Tolouse en la actual Francia. En menos de veinte años los antiguos reinos que habían poblado la península ibérica fueron sometidos. Había nacido el Al-andalus, la conquista árabe de España que duraría del 711 hasta el 1492, año en que cayó el último reino musulmán, el de Granada.

Fueron casi ocho siglos de dominación árabe en la península ibérica, y por supuesto dejaron un legado de cultura inmenso. Desde inocentes palabras como almohada o alambre; elementos arquitectónicos como los patios interiores de las casas y conventos novohispanos, los azulejos, etc., hasta hitos mexicanos como la virgen de Guadalupe, todos tienen su origen en estos ocho siglos de dominación árabe.

Y por supuesto está el innegable mestizaje que existió entre musulmanes y españoles durante ocho siglos de conquista. Comentó hace algunas semanas una profesora, que si algo heredamos de los árabes es nuestro fanatismo religioso. Les dejo a su criterio lo que hemos o no hemos heredado de nuestros antepasados, lo que es cierto es que la conquista árabe y el periodo Al-andalus dejaron en España, Portugal y todas sus colonias una innegable cultura.
Falta un viaje más. Uno a tierras calurosas, ecuatoriales, selváticas.

¿Alguna vez han pensado por qué la palabra bamba suena muy ajena al español?

No se preocupen, yo tampoco lo había hecho hasta hace unos meses, cuando en la presentación del libro “Recuerdos y recuentos periodísticos” del periodista veracruzano Jorge A. González, mencionaron que el origen de esta palabra, como muchas otras viene de África. Del África ecuatorial.

El pueblo mexicano tiene, en promedio, un 5.3% de sangre negra, y es Veracruz el estado donde este porcentaje alcanza su punto máximo con un 11%.

Y bueno, ya conocemos la historia, trágica, del transporte de negros centroafricanos durante toda la época colonial en América. Barcos cargados de las colonias europeas en África venían a América, desde los Estados Unidos hasta las pampas argentinas, para hacer de los negros esclavos y mano de obra desechable.

Acorde al artículo “El tráfico de negros hacia América” de Lutgardo García Fuentes, la Corona de Castilla, a principios del siglo XVI “dispuso que solamente se llevasen a las Indias esclavos negros procedentes de las tierras de Angola, Guinea, Cabo Verde e islas cercanas, pero los hombres de la trata obviaron todas las disposiciones y se introdujeron esclavos de todas las regiones africanas. Desde 1500 la trata portuguesa arroja un total aproximado de unos 2.000 esclavos anuales”.

Quizás de las grandes herencias culturales que nos dejó la trata de esclavos están la música veracruzana, el humor festivo de la gente guerrerense y veracruzana, palabras como bamba, chachacha, chango, dengue, pachanga…

Así que, a la sazón de lo anteriormente escrito, no cabe más que agregar que hay que estar orgullosos no sólo de nuestro origen prehispánico, sino también de lo que los españoles, árabes y negros dejaron en nuestra cultura. Una herencia tan variada que hace de México, y perdón por caer en cursilerías e incluso propaganda cuasi gubernamental, un país lleno de matices, un país lleno de sorpresas, un país lleno de historia. Lástima que no la conozcamos.

Sobre un poco más de nuestros orígenes…

Mientras hacía mi investigación, muy superficial, para realizar la entrada de esta semana, noté que inconvenientemente “No más mentiras sobre la historia de México” ignoraba una porción de tierra muy importante en España y que trajo a México una gran cantidad de personas. El país vasco.

Familias como la Fagoaga (con la cual la familia materna de su humilde escritor llegó a México),  Urdiñola, Echeverría, Garibay, Garnica, etc, todos tienen su origen en esta pequeña franja de tierra al noroeste de España, frontera con Francia.

De los vascos no sólo heredamos gran cantidad de apellidos, sino también una gran cultura, principalmente en el norte del país. Basta mencionar que Francisco de Urdiñola fue uno de los conquistadores del norte de México, que en época colonial tenía por nombre Nueva Vizcaya. Ciudades como Celaya, Cadereyta y la más importante, Durango, tienen su origen también en esta región. Más vasco, imposible.

Sólo quiero concluir esta semana con lo importante de nuestros orígenes, con la importancia de comprender que nuestra cultura no es herencia únicamente prehispánica, sino que hay muchos factores que entran en juego. Enamorémonos de un México que tiene todo.

Hasta la próxima semana.

martes, 5 de marzo de 2013

Sobre nuestro pasado, enterrado en la falta de dinero.



Hace dos semanas aproximadamente, y en la premura de conseguir entrevistas para elaborar un reportaje sobre el Templo Mayor, que luego subiré a este espacio, Jhonathan (sí, con “h” antes de la “o”) y yo tuvimos una plática muy amena con el buen José Guadalupe Martínez, o para los iniciados de la FES Acatlán, Lupillo.

Entre todo lo que surgió durante la media hora de charla, en la que adelantamos la fundación de Tenochtitlán al 1100 y criticamos a nuestros amantes de Cioran (los que están con los pobres sólo por ser pobres) y su indigenismo un tanto absurdo, el historiador nos afirmó que de historia prehispánica no conocemos más allá de la espectacularidad de sitios como Teotihuacán, Chichen Itzá y Templo Mayor… Digo ¿A quién le importa un recinto ceremonial perdido en la sierra de San Luis Potosí, cuando Chichen es de las nuevas maravillas del mundo, Teotihuacán tiene nuevos descubrimientos y el Templo Mayor es uno de los últimos vestigios de una ciudad tan bella como pocas, acorde a los españoles que la conocieron en 1519?

Pongamos de lado el hecho de que son los monumentos icónicos de una parte de la historia de nuestro país. Que son los best-sellers, junto con Palenque y Monte Albán, quizás. El asunto tiene un poco más de paja y se las daré con un dato duro, de esos que sólo admiten un tono de sorpresa o de amargura. En México hay cerca de 140,000 sitios arqueológicos conocidos, de los cuales, sólo 160 están abiertos. Ciento sesenta de ciento cuarenta mil. ¿De puta madre no?

Seguro dirán “Es culpa del gobierno y del INAH con sus pinches trámites burocráticos”. Sí, todo mundo piensa lo mismo cuando se entera que se le oculta algo de tal magnitud. Y es aquí donde suelto otra de las frases de Lupillo. Dijo que el presupuesto del INAH era de 2 mil millones de pesos anuales, de los cuales sólo 600 millones son para investigaciones, pues lo demás se va en salarios y demás gastos del oficio. Pero 600 millones son aún una lana, ¿no?

Pues resulta que para restaurar doscientos metros cuadrados de una iglesia (la de Corpus Christi, frente al Hemiciclo a Juárez) el INAH gastó 20 millones de pesos, y para restaurar las paredes del mismo recinto y los mismos doscientos metros cuadrados, el gobierno gastó otros 20 millones de pesos. Cuarenta millones en un pequeño espacio de una iglesia que no es, ni por mucho, de las más importantes… 600 millones no son nada en este mundo de la arqueología y restauración.

Ahora, con la cantidad increíble de sitios arqueológicos que hay en el país, es lógico suponer que de intentar restaurarlos todos, México quedaría en bancarrota. Bien conservada nuestra historia, pero sin un quinto para poder visitarla. Así que esta noche podrán decir tranquilamente que no todo es culpa del gobierno… no todo, pero sí una parte.

“Al gobierno no le importa, prefiere hacer algo que luzca más” comentó Lupillo, quien además es coordinador de archivos históricos en el INAH. Y, ¿Qué luce más que súper autopistas que terminen de conectar a nuestro extenso país, o edificios con tecnología de punta que alberguen a una bola de huevones lamebotas con obscenos salarios? Seguramente entre las pocas cosas que puedan lucir más que lo anterior mencionado, no destaca ni por mucho la historia y sus antiguas reliquias de museo; así que no será en mi vida el día en que el gobierno se proponga recuperar nuestro patrimonio histórico antes que cumplir un capricho innecesario de hombres innecesarios.

Citaré a cierta película del fifth of november, pues no todo es repartir sentencias entre nuestros ineptos gobernantes. Si quieren buscar a los verdaderos culpables, sólo tienen que mirar al espejo. Si existe un pueblo más desinteresado en su propia historia que el de México, que por favor me lo presenten. Mientras llegan tal día y el día del apocalipsis (que serán el mismo, por cierto), mantendré mi tesis, nada original, de que nuestra falta de conocimiento histórico se debe a un terrible desinterés por conocer las piedras que han marcado nuestro camino, aunado a una educación deficiente producto de una consciente táctica gubernamental. Como explicó Lupillo al referirse a nuestra historia, “es un arrastradero, no la conocemos y no le metemos dinero. No le metemos dinero, no la conocemos. En este círculo pernicioso, finalmente la gran mayoría de la sociedad no la aprecia. Se maravillan solo con las cosas muy grandes. Chichen Itzá, Teotihuacán, etc. pero no con el conjunto”.

 En conclusión, no caería mal a ningún mexicano, hojear y leer un libro de historia. Dejar de lado que al conocer nuestra historia seremos capaces de mejorar nuestro futuro. Hay que hacerlo porque el conocerla nos regresará una cultura que perdemos a manos de nuestro mundo de alta velocidad. Conocerla nos abre las puertas, la vida y las anécdotas de gente que existió, pensó, amó y disfrutó. Gente que vivió en esta misma tierra, tan llena de hermosura, deshecha por la ignorancia.

De pequeñas anécdotas que no valen más que cultura…

Érase una vez un virrey de la mayor colonia española, Nueva España, que antes de ostentar el título de gobernante, combatió contra los ingleses, recuperó la ciudad de Penzacola y la Florida a España y de paso apoyó la independencia de las 13 colonias inglesas, más tarde el gabacho Estados Unidos de América. ¿Quién era este militar, político, español? Bernardo de Gálvez y Madrid.

Declarado el mejor virrey de la Nueva España en el siglo XVIII por Pérez-Reverte, escritor español oriundo de Cartagena, Gálvez y Madrid destacó por darle en la torre a los ingleses allá en el lejano 1779, cuando, apoyado por mil cuatrocientos españoles y otros tantos más entre negros esclavos, aventureros e indios, tomó los fuertes de Manchak, Baton-Rouge y Natchez.

Al año siguiente tomó Mobile, en la actual Alabama, de las manos del general escocés John Campbell. Un año después, de nuevo se vio las caras con Campbell, esta vez para recuperar la ciudad de Penzacola, y de paso la Florida con el Tratado de Versalles en 1783.

No sólo eso, sino que fue el político encargado de pláticas con Washington y el resto de los padres fundadores de nuestros vecinos norteños, ya que España veía con buenos ojos la independencia estadunidense. Y en este cariz, también cabe recalcar que bloqueó el puerto de Nueva Orleans a despecho del inglés y facilitó el paso a las tropas independentistas.
Con dicho currículum, en 1785 fue nombrado Virrey de la Nueva España a la muerte del anterior, que además era su padre, el señor Matías de Gálvez y Gallardo.

Gálvez y Madrid sólo sería virrey hasta el siguiente año, en el que murió, dicen las sospechas, envenenado. Pero nada quita que durante su corto mandato prosiguió varios proyectos anteriores como la iluminación de las calles, el progreso del Castillo de Chapultepec y un gran apoyo a la ciencia. Tremendo hijo de la ilustración que no es conocido ni en México ni en España.

De un venezolano…

Pues, el tiempo y la enfermedad lograron su cometido el día de hoy, cinco de marzo del 2013, murió Hugo Chávez.

Para muchos pro estadunidenses, así como el día que se anunció la muerte (jamás comprobada) de Bin Laden, es un día de algarabía pues el dictador con catorce años en el poder que tanto le ha negado al pueblo venezolano por fin se ha ido.

Para buena parte del pueblo venezolano que lo ha mantenido en el poder desde 1999 hoy es un día triste, de luto entendible y es posible que a partir de hoy un nuevo ídolo haya nacido. Una nueva pared del edificio A-8 de la FES Acatlán será pintada con una frase célebre y el rostro de Chávez y hará compañía a los clásicos Luther King, Barrientos, Villa y algunos más.

Pero sobre todo, antes de hablar de lo bueno o lo tirano que fue el señor, hay que mantener un poco de respeto, de decencia ante la muerte de un ser humano que, como todos, tenía familia y, como todos, será extrañado y llorado por alguien.

Y ahora un nuevo futuro aún entre la neblina de una confusión general se avecina en Venezuela. Este futuro aún está por verse si será bueno o malo. Mientras tanto hay un nuevo nombre en la silla presidencial de Venezuela, Nicolás Maduro. Y val la pena recordarle, pues Chávez pidió al pueblo venezolano, a principio de año, que lo nombraran su sucesor.

Hasta la próxima semana.