martes, 12 de marzo de 2013

Sobre el camino que se recorrió para ser mexicano…


¿Por qué desde toda la vida hemos decidido que somos más indígenas que mestizos? ¿Por qué somos amantes de Cyoran y decidimos que los pueblos indígenas que existían en México en 1519 son mejores sólo porque perdieron? Y no, no crean que lo que ahora leen es una propaganda pro-gachupina. Si quisiéramos encontrar nuestros orígenes, entender la raíz de lo que es ser mexicano, la mayoría de los mexicanos tendríamos que hacer cuatro viajes históricos. El primero comienza en México…

En un estudio realizado por el Instituto Nacional de Medicina Genómica en 2012 se encontró que en promedio el mexicano tiene en su sangre un 35.05% de sangre amerindia, es decir, que parte de su ascendencia vivió aquí antes que llegaran los españoles en 1519.

Así que sí, hay que sentirse orgullosos cuando mencionamos que en nuestra sangre bien puede correr la herencia de un Moctezuma, un Cuauhtémoc, una Malintzin. Orgullosos de observar las maravillas arquitectónicas, históricas, artesanales, culturales que nos han legado. Como dijo Lupillo, y lo mencioné hace una semana, hay que estar conscientes de que es una parte de nuestro origen, pero hasta ahí. Sólo una parte, a la que hay que respetar, conocer y cuidar.

El mismo estudio afirma que el pueblo mexicano tiene en su sangre un, léanlo bien, 58.96% de sangre europea. Obvio, hay sitios con mayor concentración de sangre europea que otros, como es el caso de Sonora, donde el porcentaje llega a un 70.63%, y sitios donde ésta es más baja, como Guerrero, 51%.

Aquí comienza el segundo viaje del cual les hablé. El retorno a Europa, España principalmente.

Pero España no es un país de una sola cultura ni por asomo, no no no. Por algo en el país ibérico no existe el español. Existe el castellano, que es lo que nosotros hablamos, pero el español no. Hay también aragónes, catalán, vasco, gallego, etc. Así que si a un catalán le dicen que si habla español, tengan por seguro que los mandará directito por donde entraron.

¿De dónde venían los españoles que poblaron la Nueva España? Bueno pues un 14% de los españoles vinieron de lo que es Castilla y León, La Rioja y partes de Aragón. De ciudades tan importantes como Valladolid, Salamanca, León.

El 15% vino de Castilla La Mancha, al sur de Castilla y León y lo que es la actual Comunidad de Madrid. De estas dos provincias españolas sobresalen ciudades como Toledo, Madrid y una con nombre de capital jalisciense, Guadalajara.

20% de los españoles venidos a Nueva España llegaron de Extremadura, hogar de Hernán Cortés. El conquistador de Tenochtitlán nació en una ciudad con nombre de capital colombiana, Medellín. Los extremeños también tienen otra ciudad que comparte nombre acá en México. Mérida.

Y por último con el 40% llegó la gente de Andalucía. La gente del sur de España, de ciudades como Sevilla, Jaén, Granada, Málaga o Córdoba. De ellos, acorde a cierta página de internet que lleva por nombre “No más mentiras sobre la historia de México” (que además fue quien publicó los porcentajes que mencioné), heredamos ciertos aspectos de nuestra personalidad como el sentido del humor, las palabras de doble sentido, la arquitectura típica virreinal, etc. Y que la mayor parte de los españoles en Nueva España vinieran de esta región nos lleva sin duda a nuestro siguiente destino. Medio oriente y las tierras de Mahoma.



Corrían los inicios del siglo VIII y tan sólo habían pasado dos siglos y medio de la caída del Imperio Romano. Jacques Le Goff, historiador, considera que en esta época Europa tuvo su mayor declive. La hegemonía mediterránea por aquel entonces la tenían los árabes. Bajo esta estela musulmana, en 711 un comandante árabe, Tariq y sus tropas árabes y bereberes (norafricanas) comenzaron la conquista de la península ibérica. Cayeron primero las ciudades del sur, las actuales Córdoba, Málaga y Granada. Siguieron al norte y tomaron ciudades como Toledo, Medina, Zaragoza e incluso llegaron a Tolouse en la actual Francia. En menos de veinte años los antiguos reinos que habían poblado la península ibérica fueron sometidos. Había nacido el Al-andalus, la conquista árabe de España que duraría del 711 hasta el 1492, año en que cayó el último reino musulmán, el de Granada.

Fueron casi ocho siglos de dominación árabe en la península ibérica, y por supuesto dejaron un legado de cultura inmenso. Desde inocentes palabras como almohada o alambre; elementos arquitectónicos como los patios interiores de las casas y conventos novohispanos, los azulejos, etc., hasta hitos mexicanos como la virgen de Guadalupe, todos tienen su origen en estos ocho siglos de dominación árabe.

Y por supuesto está el innegable mestizaje que existió entre musulmanes y españoles durante ocho siglos de conquista. Comentó hace algunas semanas una profesora, que si algo heredamos de los árabes es nuestro fanatismo religioso. Les dejo a su criterio lo que hemos o no hemos heredado de nuestros antepasados, lo que es cierto es que la conquista árabe y el periodo Al-andalus dejaron en España, Portugal y todas sus colonias una innegable cultura.
Falta un viaje más. Uno a tierras calurosas, ecuatoriales, selváticas.

¿Alguna vez han pensado por qué la palabra bamba suena muy ajena al español?

No se preocupen, yo tampoco lo había hecho hasta hace unos meses, cuando en la presentación del libro “Recuerdos y recuentos periodísticos” del periodista veracruzano Jorge A. González, mencionaron que el origen de esta palabra, como muchas otras viene de África. Del África ecuatorial.

El pueblo mexicano tiene, en promedio, un 5.3% de sangre negra, y es Veracruz el estado donde este porcentaje alcanza su punto máximo con un 11%.

Y bueno, ya conocemos la historia, trágica, del transporte de negros centroafricanos durante toda la época colonial en América. Barcos cargados de las colonias europeas en África venían a América, desde los Estados Unidos hasta las pampas argentinas, para hacer de los negros esclavos y mano de obra desechable.

Acorde al artículo “El tráfico de negros hacia América” de Lutgardo García Fuentes, la Corona de Castilla, a principios del siglo XVI “dispuso que solamente se llevasen a las Indias esclavos negros procedentes de las tierras de Angola, Guinea, Cabo Verde e islas cercanas, pero los hombres de la trata obviaron todas las disposiciones y se introdujeron esclavos de todas las regiones africanas. Desde 1500 la trata portuguesa arroja un total aproximado de unos 2.000 esclavos anuales”.

Quizás de las grandes herencias culturales que nos dejó la trata de esclavos están la música veracruzana, el humor festivo de la gente guerrerense y veracruzana, palabras como bamba, chachacha, chango, dengue, pachanga…

Así que, a la sazón de lo anteriormente escrito, no cabe más que agregar que hay que estar orgullosos no sólo de nuestro origen prehispánico, sino también de lo que los españoles, árabes y negros dejaron en nuestra cultura. Una herencia tan variada que hace de México, y perdón por caer en cursilerías e incluso propaganda cuasi gubernamental, un país lleno de matices, un país lleno de sorpresas, un país lleno de historia. Lástima que no la conozcamos.

Sobre un poco más de nuestros orígenes…

Mientras hacía mi investigación, muy superficial, para realizar la entrada de esta semana, noté que inconvenientemente “No más mentiras sobre la historia de México” ignoraba una porción de tierra muy importante en España y que trajo a México una gran cantidad de personas. El país vasco.

Familias como la Fagoaga (con la cual la familia materna de su humilde escritor llegó a México),  Urdiñola, Echeverría, Garibay, Garnica, etc, todos tienen su origen en esta pequeña franja de tierra al noroeste de España, frontera con Francia.

De los vascos no sólo heredamos gran cantidad de apellidos, sino también una gran cultura, principalmente en el norte del país. Basta mencionar que Francisco de Urdiñola fue uno de los conquistadores del norte de México, que en época colonial tenía por nombre Nueva Vizcaya. Ciudades como Celaya, Cadereyta y la más importante, Durango, tienen su origen también en esta región. Más vasco, imposible.

Sólo quiero concluir esta semana con lo importante de nuestros orígenes, con la importancia de comprender que nuestra cultura no es herencia únicamente prehispánica, sino que hay muchos factores que entran en juego. Enamorémonos de un México que tiene todo.

Hasta la próxima semana.

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