¿Por
qué desde toda la vida hemos decidido que somos más indígenas que mestizos?
¿Por qué somos amantes de Cyoran y decidimos que los pueblos indígenas que
existían en México en 1519 son mejores sólo porque perdieron? Y no, no crean
que lo que ahora leen es una propaganda pro-gachupina. Si quisiéramos encontrar
nuestros orígenes, entender la raíz de lo que es ser mexicano, la mayoría de
los mexicanos tendríamos que hacer cuatro viajes históricos. El primero
comienza en México…
En
un estudio realizado por el Instituto Nacional de Medicina Genómica en 2012 se
encontró que en promedio el mexicano tiene en su sangre un 35.05% de sangre amerindia,
es decir, que parte de su ascendencia vivió aquí antes que llegaran los
españoles en 1519.
Así
que sí, hay que sentirse orgullosos cuando mencionamos que en nuestra sangre
bien puede correr la herencia de un Moctezuma, un Cuauhtémoc, una Malintzin.
Orgullosos de observar las maravillas arquitectónicas, históricas, artesanales,
culturales que nos han legado. Como dijo Lupillo, y lo mencioné hace una
semana, hay que estar conscientes de que es una parte de nuestro origen, pero
hasta ahí. Sólo una parte, a la que hay que respetar, conocer y cuidar.
El
mismo estudio afirma que el pueblo mexicano tiene en su sangre un, léanlo bien,
58.96% de sangre europea. Obvio, hay sitios con mayor concentración de sangre
europea que otros, como es el caso de Sonora, donde el porcentaje llega a un
70.63%, y sitios donde ésta es más baja, como Guerrero, 51%.
Aquí
comienza el segundo viaje del cual les hablé. El retorno a Europa, España
principalmente.
Pero
España no es un país de una sola cultura ni por asomo, no no no. Por algo en el
país ibérico no existe el español. Existe el castellano, que es lo que nosotros
hablamos, pero el español no. Hay también aragónes, catalán, vasco, gallego,
etc. Así que si a un catalán le dicen que si habla español, tengan por seguro
que los mandará directito por donde entraron.
¿De
dónde venían los españoles que poblaron la Nueva España? Bueno pues un 14% de
los españoles vinieron de lo que es Castilla y León, La Rioja y partes de
Aragón. De ciudades tan importantes como Valladolid, Salamanca, León.
El 15%
vino de Castilla La Mancha, al sur de Castilla y León y lo que es la actual
Comunidad de Madrid. De estas dos provincias españolas sobresalen ciudades como
Toledo, Madrid y una con nombre de capital jalisciense, Guadalajara.
20%
de los españoles venidos a Nueva España llegaron de Extremadura, hogar de
Hernán Cortés. El conquistador de Tenochtitlán nació en una ciudad con nombre
de capital colombiana, Medellín. Los extremeños también tienen otra ciudad que
comparte nombre acá en México. Mérida.
Y
por último con el 40% llegó la gente de Andalucía. La gente del sur de España,
de ciudades como Sevilla, Jaén, Granada, Málaga o Córdoba. De ellos, acorde a
cierta página de internet que lleva por nombre “No más mentiras sobre la historia de México” (que además fue quien
publicó los porcentajes que mencioné), heredamos ciertos aspectos de nuestra
personalidad como el sentido del humor, las palabras de doble sentido, la
arquitectura típica virreinal, etc. Y que la mayor parte de los españoles en
Nueva España vinieran de esta región nos lleva sin duda a nuestro siguiente
destino. Medio oriente y las tierras de Mahoma.
Corrían
los inicios del siglo VIII y tan sólo habían pasado dos siglos y medio de la
caída del Imperio Romano. Jacques Le Goff, historiador, considera que en esta
época Europa tuvo su mayor declive. La hegemonía mediterránea por aquel
entonces la tenían los árabes. Bajo esta estela musulmana, en 711 un comandante
árabe, Tariq y sus tropas árabes y bereberes (norafricanas) comenzaron la
conquista de la península ibérica. Cayeron primero las ciudades del sur, las
actuales Córdoba, Málaga y Granada. Siguieron al norte y tomaron ciudades como
Toledo, Medina, Zaragoza e incluso llegaron a Tolouse en la actual Francia. En
menos de veinte años los antiguos reinos que habían poblado la península
ibérica fueron sometidos. Había nacido el Al-andalus, la conquista árabe de
España que duraría del 711 hasta el 1492, año en que cayó el último reino
musulmán, el de Granada.
Fueron
casi ocho siglos de dominación árabe en la península ibérica, y por supuesto
dejaron un legado de cultura inmenso. Desde inocentes palabras como almohada o
alambre; elementos arquitectónicos como los patios interiores de las casas y
conventos novohispanos, los azulejos, etc., hasta hitos mexicanos como la
virgen de Guadalupe, todos tienen su origen en estos ocho siglos de dominación
árabe.
Y
por supuesto está el innegable mestizaje que existió entre musulmanes y
españoles durante ocho siglos de conquista. Comentó hace algunas semanas una profesora,
que si algo heredamos de los árabes es nuestro fanatismo religioso. Les dejo a
su criterio lo que hemos o no hemos heredado de nuestros antepasados, lo que es
cierto es que la conquista árabe y el periodo Al-andalus dejaron en España,
Portugal y todas sus colonias una innegable cultura.
Falta
un viaje más. Uno a tierras calurosas, ecuatoriales, selváticas.
¿Alguna
vez han pensado por qué la palabra bamba
suena muy ajena al español?
No
se preocupen, yo tampoco lo había hecho hasta hace unos meses, cuando en la
presentación del libro “Recuerdos y
recuentos periodísticos” del periodista veracruzano Jorge A. González,
mencionaron que el origen de esta palabra, como muchas otras viene de África.
Del África ecuatorial.
El
pueblo mexicano tiene, en promedio, un 5.3% de sangre negra, y es Veracruz el
estado donde este porcentaje alcanza su punto máximo con un 11%.
Y
bueno, ya conocemos la historia, trágica, del transporte de negros
centroafricanos durante toda la época colonial en América. Barcos cargados de
las colonias europeas en África venían a América, desde los Estados Unidos
hasta las pampas argentinas, para hacer de los negros esclavos y mano de obra
desechable.
Acorde
al artículo “El tráfico de negros hacia
América” de Lutgardo García Fuentes, la Corona de Castilla, a principios
del siglo XVI “dispuso que solamente se llevasen a las Indias esclavos negros
procedentes de las tierras de Angola, Guinea, Cabo Verde e islas cercanas, pero
los hombres de la trata obviaron todas las disposiciones y se introdujeron
esclavos de todas las regiones africanas. Desde 1500 la trata portuguesa arroja
un total aproximado de unos 2.000 esclavos anuales”.
Quizás
de las grandes herencias culturales que nos dejó la trata de esclavos están la
música veracruzana, el humor festivo de la gente guerrerense y veracruzana, palabras
como bamba, chachacha, chango, dengue, pachanga…
Así
que, a la sazón de lo anteriormente escrito, no cabe más que agregar que hay
que estar orgullosos no sólo de nuestro origen prehispánico, sino también de lo
que los españoles, árabes y negros dejaron en nuestra cultura. Una herencia tan
variada que hace de México, y perdón por caer en cursilerías e incluso
propaganda cuasi gubernamental, un país lleno de matices, un país lleno de
sorpresas, un país lleno de historia. Lástima que no la conozcamos.
Sobre un poco más de nuestros orígenes…
Mientras
hacía mi investigación, muy superficial, para realizar la entrada de esta
semana, noté que inconvenientemente “No
más mentiras sobre la historia de México” ignoraba una porción de tierra
muy importante en España y que trajo a México una gran cantidad de personas. El
país vasco.
Familias
como la Fagoaga (con la cual la familia materna de su humilde escritor llegó a
México), Urdiñola, Echeverría, Garibay,
Garnica, etc, todos tienen su origen en esta pequeña franja de tierra al
noroeste de España, frontera con Francia.
De
los vascos no sólo heredamos gran cantidad de apellidos, sino también una gran
cultura, principalmente en el norte del país. Basta mencionar que Francisco de
Urdiñola fue uno de los conquistadores del norte de México, que en época
colonial tenía por nombre Nueva Vizcaya. Ciudades como Celaya, Cadereyta y la
más importante, Durango, tienen su origen también en esta región. Más vasco,
imposible.
Sólo
quiero concluir esta semana con lo importante de nuestros orígenes, con la
importancia de comprender que nuestra cultura no es herencia únicamente
prehispánica, sino que hay muchos factores que entran en juego. Enamorémonos de
un México que tiene todo.
Hasta
la próxima semana.
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