Sigo pegado al asunto de
Siria. Y ahora tomo como referencia el título de una película norteamericana
que vi en la semana y que me parece adecuada comentarla acorde a lo que sucede
ahora en el país árabe. Así que, gracias a Dustin Hoffman, Robert De Niro, Willie
Nelson y Kirsten Dunst por hacerme reír un rato, pero al mismo tiempo, hacerme
pensar horrores.
La trama, para aquellos que
no la hayan visto (véanla si pueden), sin caer en un spoiler alert, o sea, contarles más de lo que debería, es la
siguiente. El presidente norteamericano se ve inmiscuido en un escándalo mayor
y para evitar su caída estrepitosa, un agente gubernamental, encargado en
manejo de crisis, y un productor de Hollywood, crean una falsa guerra con un
país desconocido para llamar la atención de los medios norteamericanos y así
dejar de lado el escándalo presidencial. Quién, qué, cómo, cuándo y otras
preguntas importantes (como ¿qué carajos tiene que ver en todo esto una
adolescente Kirsten Dunst, o el cantante de country, Nelson?) se los dejo de
tarea a ustedes.
Ahora, a lo que voy. Leía en los pasados días una nota publicada
por la agencia de noticias RT, en la que escribían, con base en la entrevista
realizada por la estación de radio rusa Vesti FM al periodista sirio Abbas
Dzhuma, que gran parte de las tomas mostradas en el mundo acerca de la guerra
en Siria eran un montaje bien fabricado al estilo hollywoodense en un país
árabe pro occidental, Qatar. Así como lo leen, muchas tomas de Damasco y Alepo,
e incluso las que acaban de salir en las que se ve a muchos sirios en
sufrimiento por un supuesto ataque químico fueron montadas en algún lugar del
diminuto país árabe. O eso dice el periodista especializado en noticias
internacionales.
Esto no significa que no haya un conflicto en
Siria, que quede claro. No es como que todo lo que estamos viendo a diario en
la televisión o en internet es un gran montaje y los sirios se la viven de
fiesta a diario y allá ni una mosca muere fuera de lo previsto. Las cosas en el
país aún gobernado por Al Assad son graves.
Lo que sí podría ser cierto
es que – retomo la película, que en ingles se llama “Wag the dog” – en busca de
la aprobación general para iniciar una guerra en tierra árabe, la presidencia
norteamericana, con el apoyo de muchas otras presidencias y/o empresas
interesadas en el conflicto bélico, podría fácilmente falsificar tomas que
justificasen la invasión. Ya sé que esto suena a la misma historia de que los
estadunidenses derrumbaron sus propias torres gemelas, pero, cuando hay
millones de dólares en juego, miles de vidas no valen nada. En la guerra eso
queda claro.
“Los síntomas que muestran
las víctimas del video no son los que provoca normalmente el gas tóxico sarín”
comentó Dzhuma en la entrevista que mencioné. También explica que: “incluso
dudo de que verdaderamente se filmaran en Siria”, pues recuerda que “el 80% de
los videos que teóricamente se filman en Siria, en realidad se ruedan en “el
Hollywood de Qatar”.
Están
en la búsqueda incesante de la aprobación general para una invasión que tilda
de violadora de los estatutos de la ONU. Y en su búsqueda frenética ya tienen
la propaganda adecuada, los videos necesarios, las imágenes (que valen más que
mil palabras) que muestran el horror de una Siria diezmada por Al Assad. O eso
dicen. Y como buenos “occidentales” que somos, la mayor parte del tiempo sólo
logramos escuchar su versión de la historia. Siempre escuchamos la explicación
del poderoso, tanto que, hasta hoy, treinta y tres ya tomaron partido por los
Estados Unidos y exigen que se castigue al régimen sirio por su crimen contra
la humanidad.
Así
que, ya sean Siria, los maestros, o las policías comunitarias, que sí tienen
voz pero no poderosa, y por tanto no es escuchada, o ya sean los animales, el
agua y la Tierra, que no tienen ni voz ni quien los pueda defender, siempre nos
creemos la historia del que tiene el dinero para crear una película que
defienda sus intereses; una filmación que justifique lo injustificable.
Hasta
la próxima semana.
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